El caso de Claudia Castillo: un dolor y un adiós que no termina

Su hija Valeria, desaparecida en 2017, fue localizada casi 4 años después… en el Semefo, y un lío burocrático ha llevado a que, a un mes de identificados sus restos, sigan sin ser sepultados por su madre.  

Por: Gladys Navarro

LA PAZ, BCS., 24 de mayo.- Claudia Castillo Mendoza demanda que las autoridades tengan algo de humanidad con ella y su familia. Lo reclama con la voz fuerte, con los ojos bien abiertos a través de los cuales expresa su impotencia, su dolor y su rabia; con sus manos que un día tomaron un pico, una pala y una lona en búsqueda de su hija Valeria, de 16 años, desaparecida, y que hoy ya localizada no ha podido sepultar.  

Han transcurrido mil 420 días desde la última vez que la vio, aquel 6 de junio de 2017, hasta que apenas el  pasado 27 de abril le informó el fiscal especializado para la Investigación y Persecución de los Delitos de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición cometida por Particulares y Delitos Vinculados, Baltazar Amador Peralta, que los restos de su hija se encontraban en las instalaciones del Servicio Médico Forense (SEMEFO), en Ciudad Constitución. Fue localizada ocho meses después de su desaparición y nunca la identificaron pese a contar con muestras de ADN de su madre. 

Si los casi cuatro años en que Valeria estuvo desaparecida fueron un martirio para Claudia, estos 27 días han sido otro calvario, entre el burocratismo, la desinformación, falta de voluntad y desatención. La indolencia oficial persistente. 

El día que le llamaron para informarle que sus muestras de ADN habían dado positivo a un cuerpo en el SEMEFO de Ciudad Constitución no supo qué pensar y todavía hoy tiene más dudas que certezas sobre lo ocurrido. 

“Es que tenían muestras genéticas mías desde el 2017 porque desde que mi hija desapareció a mi me tomaron muestras, y pregunto qué pasó con ellas y me me dicen que no habían podido reconocer el cuerpo que porque no tenían (la Procuraduría estatal) nada en su base de datos; que todo se había ido a México, que no había nada allí, es la excusa que me dan”, expresa con molestia e incredulidad. 

Y aunque en su mente persisten la falta de respuestas y la sorpresa del hallazgo en el propio espacio de las autoridades, en el SEMEFO, Claudia señala que le informaron el mes pasado que en la prueba genética (con una segunda muestra que contaban desde 2019), los resultados arrojaron un 99.9997 por ciento de compatibilidad. 

“Síguela velando” 

El pasado 27 de abril la citó -refiere- el licenciado Baltazar Amador Paralta para notificarle del hallazgo, y le indicó que en diez días tendría los restos de su hija. 

“Entre el 5 y 6 me dijeron llegaba mi hija de Ciudad Constitución, lo cual no fue así. Ellos salieron apenas el miércoles 5 de mayo por los restos y regresaron hasta el domingo. Para el 13 de mayo me citaron para entregarme la documentación supuestamente que ya ahí quedaba todo. El 14 preparamos todo en la funeraria para velarla y sepultarla”, narró. 

Entonces vino el dolor más reciente de todos los que ha sentido en ausencia de su hija. 

“Alistamos todo para su velación, ya con los restos en la funeraria, y cuando voy al Registro Civil para el acta de defunción, me informan que ellos tienen hasta 30 días hábiles -tras el fallecimiento de una persona- para expedir actas, que la Procuraduría nunca les remitió aviso ni nada sobre su localización, que ellos no pueden expedirla así, y entonces se detiene el trámite”, comentó. 

Mientras describe esas horas de incertidumbre con los restos de su hija en la funeraria, con las flores listas, los familiares y amigos preparados para despedirla, Claudia expresa su sorpresa ante la falta de respuestas de las autoridades responsables. 

“Ese día que me comunico con el licenciado Baltazar me dice que se le caía la cara de vergüenza, pero para mí eso no es una respuesta. Ellos me mintieron, me dijeron que ya estaba todo listo y no. Ellos debieron hacer ese trámite porque si no, no puedo velar ni sepultar a mi hija. Ahora me pidieron el certificado de defunción que ellos mismos me dieron que porque un juez va a hacer un exhorto, otro trámite. ¡No es posible esto!”, afirma Claudia con la voz entrecortada. 

-¿Y la Comisión Estatal de Búsquedas de Personas Desaparecidas qué le dijo? 

“La maestra Collins (Lizett Collins Collins) me contestó que la siguiera velando en la funeraria, que a las cinco de la tarde me daba una solución. Le dije: ¡y después qué! ¿me la llevo a mi casa o qué?”. 

Y hasta ahora no ha vuelto a comunicarse la comisionada con Claudia, quien sostiene: “ella se lavó las manos como Poncio Pilatos”. 

“Me siento impotente. Es volverme a atrasar todo. Ellos deberían ponerse en nuestro lugar, tener humanidad, ponerle empeño a su trabajo. No puedo cerrar un círculo doloroso porque ellos no han hecho su trabajo como se debe”, insistió. 

La desaparición 

Claudia, a sus 39 años, como los familiares de más de 300 personas desaparecidas desde 2017 (cifra oficial de la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas Desaparecidas), enfrentó un viacrucis en la lucha por encontrar a su hija, viva o muerta, como reiteran en las consignas que lanzan en las marchas, la más reciente el 10 de mayo en esta capital. 

Valeria vivía con su madre  en la colonia Lázaro Cárdenas en esta ciudad. Esa tarde  decidió ir a visitar a una amiga a Ciudad Constitución; se comunicó para avisar que llegó bien, pero por noche no se supo más. 

Claudia, embarazada de cuatro meses entonces, emprendió la búsqueda. Con desesperación y acompañada de su hermana llegó de raite a Comondú. 

“Preguntaba y preguntaba y nadie me sabía decir nada. A los ministeriales nunca los ví, siempre me dijeron que estaban en campo y que estaban investigando pero que no había nada”, expresa. 

La mujer, de tez morena y cabello oscuro, con determinación cuenta que llamaba  una y otra  vez, hasta que comenzaron a colgarle el teléfono. Nunca un indicio, nunca un avance, nunca alguna pista o una palabra que la alentara. 

Otro golpe 

Un año después volvió a sentir cómo el corazón se le desgarró otra vez. Su hijo mayor, Jesus Francisco, de 18 años, también desapareció el 30 de septiembre de 2018. Ocurrió en La Paz, y según testigos fueron personas que dijeron ser ministeriales, quienes lo sacaron a la fuerza de su domicilio. 

Claudia, como cientos de madres que claman justicia ante las desapariciones de sus hijos, recuerda con amor a los dos, y narra su recorrido en búsqueda de respuestas. 

“Valeria, mi hija, era muy libre, muy decidida, éramos amigas, pero cuando las mamás ponemos límites siempre nos ven como las enemigas; Francisco era muy cariñoso y el más apegado, siempre él conmigo. Ha sido horrible todo esto que hemos pasado”, platica. 

La mujer reclama la falta de actuación y los tropiezos de las autoridades que convierten el dolor en coraje. 

“Uno quiere encontrarlos vivos o muertos como siempre decimos, pero que nos entreguen en estas circunstancias es no tener respeto ni por nosotros ni por su trabajo. Tres años ahí en el SEMEFO y sin decirme nada, y ahora sin poder velarla  y sepultarla por un papel que no han sacado ellos. Ya de estar triste es mucha impotencia, y saber que a ellos no les vas a ganar nunca. Siempre se van a escudar en algo, jamás van a decir nosotros tuvimos la culpa”, reclama.

Más dudas que respuestas

A medida que avanza la conversación, Claudia reitera lo inconcebible:  más de tres años buscando a su hija en parajes, en colonias, asistiendo a marchas, cuestionando a agentes ministeriales, mientras los restos de Valeria yacían en un refrigerador del Servicio Médico Forense. 

No le encuentra lógica y se pregunta: “¿Se les olvidó que había un cuerpo ahí o qué?”. Y lo que es peor, refiere, se evidenció que  las autoridades de la Procuraduría General de Justicia del Estado no tienen un protocolo para estos casos, pues se deslindaron y buscaron que el Registro Civil resolviera. 

“Todo es tan ilógico. Me surgen tantas dudas. En aquel momento, por ejemplo, no se perdieron miles de muchachas como la mía”. 

Agrega que en esta lucha no solo ha aprendido a alzar la voz sino a informarse para poder “enfrentar a las autoridades”, pues en lugar de refugiarse en ellas, parecen más un obstáculo. 

Por eso platica que tuvo que prepararse como pudo para cuestionar al fiscal especializado. Buscó en internet historias similares en otros estados, los procedimientos; consultó con abogados para poder defender sus derechos. 

“Aprendes a ser fuerte”

“Es que cuando estás ahí te quieren envolver, así que hay que aprender a lidiar con ellos; aprendes a ser fuerte. Ellos creen que estarás llorando y por eso se aprovecharán, pero yo no, yo ya lloré mucho, ahora todo eso se convirtió en indignación”, sostiene. 

Las autoridades de Procuración de Justicia  solo han reiterado que sus primeras muestras de ADN se perdieron y de las segundas no terminan de explicar, solo atinan a justificar con que la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas Desaparecidas se creó apenas en 2019, incluso que para la plena identificación requerían otro equipo, por el tiempo transcurrido. 

Pero Claudia ya no espera mucho más, solo que los responsables de la Fiscalía finalmente actúen con profesionalismo y humanidad. 

A pesar de las malas caras cuando la ven llegar a las oficinas a preguntar por el trámite de para sepultar a su hija, la mujer sigue firme y con la indignación que transpira por cada poro de su piel: “ya quisiera yo agarrar el cajón de mi hija y ponérselos afuera, a ver qué iban a hacer ellos que me dijeron que querían ir por los restos a la funeraria para traerlos al Semefo aquí. ¡Mi hija no es una pelota para traerla por todos lados!”, enfatiza

Es una indolencia oficial que cala, un cúmulo de omisiones y “silencios que matan”, refiere. 

El enojo de Claudia ante la falta de resultados de las investigaciones es compartido por cientos de familiares de víctimas de desaparición en la entidad, quienes reclaman en cada marcha y acto de protesta, la justicia a la que tienen derecho. 

El estallido de violencia 

La Comisión Estatal de Búsqueda de Personas Desaparecidas en Baja California Sur tiene un registro de 359 personas reportadas como ausentes, en el periodo de 2019 (fecha de su creación) al pasado mes de abril; sin embargo, los colectivos de familiares advierten de una cifra negra que podría alcanzar las 800 o 900 víctimas desde 2017, el año más violento en BCS, resultado del enfrentamiento entre grupos delincuenciales. 

En el 2014 estalló una violencia ligada al narcotráfico,  tras la recaptura de Joaquín “El Chapo” Guzmán. El 31 de julio de ese año ocurrió una balacera en San Juan de los Planes en la que estarían involucrados presuntos integrantes del Cartel de Sinaloa y en la que murió Esteban Espinoza Velázquez, alias El Pantera, jefe de seguridad de Dámaso López Serrano, “El Mini Lic”, y de Dámaso López Núñez, “El Licenciado”. Ese hecho marcó el inicio de enfrentamientos al interior del cartel sinaloense aunque posterior a ello autoridades confirmaron pugnas con el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG). De 2014 a la fecha, suman mil 352 personas asesinadas. 

Pero la seguridad que caracterizaba a BCS se rompió incluso antes de esa balacera en San Juan de los Planes, pues ya en julio de 2013 aparecieron las primeras fosas clandestinas en la entidad. El 31 de octubre de  2014 ocurrió el primer hallazgo de cuerpos tirados, desnudos y maniatados, justo a unos metros de la playa Eréndira y el 5 de noviembre de 2014 ocurrió la primera víctima colateral: un menor de 7 años, quien resultó herido al quedar en fuego cruzado en la colonia Guerrero, en La Paz. Para enero de 2015 se registró el primer cuerpo desmembrado, un menor localizó la cabeza en la colonia Lázaro Cárdenas en esta capital. 

Así, para 2017 el nivel de violencia en BCS cimbró a nivel nacional e internacional, se emitieron alertas de viaje del gobierno estadounidense para la entidad comenzaron las primeras denuncias de personas desaparecidas en medio de esa crisis. 

La organización y las búsquedas 

Los familiares de personas desaparecidas también comenzaron a organizarse y desde entonces a visibilizar a través de redes sociales las fotografías y datos de  sus hijos, madres, padres, hermanos, de todas las personas a quienes esperan encontrar, y por quienes salieron y siguen saliendo  a marchar, con pancartas, cartulinas y lonas. 

Vestidos de blanco, con veladoras, se han presentado también cuando el dolor por la ausencia se agudiza: en navidad, en fin de año, el Día de las Madres. 

Claudia vivía sola con sus hijos, este trayecto de búsqueda lo realizó así, sola, porque ni siquiera se sintió protegida o acompañada ni por el padre de su hija, ni de su hijo, ni por las autoridades que al no encontrar una solución para lograr el acta de defunción le pidieron la regresa al Semefo de La Paz. 

La desaparición, sufrimiento paralizante 

La Convención Interamericana sobre Desaparición de Personas adoptada en Belém do Pará, Brasil, en 1994 -que México ha ratificado- considera que la desaparición forzada constituye “una grave ofensa de naturaleza odiosa a la dignidad intrínseca de la persona humana”. 

Señala que viola múltiples derechos esenciales de las personas, la define como “la privación de la libertad de una o más personas, cualquiera que sea su forma, cometida por agentes del Estado o por personas o grupos de personas que actúen con autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado, seguida de la falta de información o de la negativa a reconocer dicha privación de libertad o de informar sobre el paradero de la persona, con lo cual se impide el ejercicio de los recursos legales y de las garantías procesales pertinentes”. 

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en su capítulo informativo sobre desapariciones forzadas o involuntarias, califica estas acciones como “formas de sufrimiento doblemente paralizante”, tanto para las víctimas que muchas vece son torturadas, y para los miembros de la familia que desconocen la suerte que corrieron sus seres queridos y cuyas emociones -refiere- “oscilan entre la esperanza y la desesperación, cavilando y esperando, a veces durante años, noticias que acaso nunca lleguen”. 

Mientras los restos de Claudia siguen resguardados en la funeraria desde el 14 de mayo, las autoridades de la Fiscalía Especializada en Delitos de Desaparición Forzada en BCS no han realizado los trámites que permitan su sepultura y tampoco han esclarecido las condiciones de su fallecimiento. 

“Con esa incertidumbre piensas muchas cosas, tu cabeza piensa muchas cosas. No te cubren todas las dudas que tienes. Mi duda más grande es por qué tanto tiempo en la Semefo, por qué tres años sin decirme nada, y ahora por qué tanto tiempo sin poder despedirme de ella”, concluye Claudia. 

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